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NUESTRO SANTO PATRONO "SAN FELIPE NERI"

Actualizado: 22 may 2019

Nuestro colegio lleva el nombre de este admirable Santo en honor a sus enseñanzas y ejemplo de vida. La historia de SAN FELIPE NERI comienza en 1515 en Italia. Los invitamos a conocer su vida  y obras:

Desde pequeño Felipe era afable, obediente y amante de la oración. San Felipe nació en Florencia, Italia, en 1515. Siempre demostró  tal alegría y tan grande bondad, que la gente lo llamaba "Felipín el bueno". 

Cuando quedó huérfano de madre, su padre lo envió a casa de un tío muy rico, el cual planeaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios.

Desde la mañana hasta el anochecer estaba enseñando catecismo a los niños, visitando y atendiendo enfermos en los hospitales, y llevando grupos de gentes a las iglesias a rezar y meditar. Pero al anochecer se retiraba a algún sitio solitario a orar y a meditar en lo que Dios ha hecho por nosotros. 

San Felipe tuvo siempre en don de la alegría. Donde quiera que él llegaba se formaba un ambiente de fiesta y buen humor. Y a veces para ocultar los dones y cualidades sobrenaturales que había recibido del cielo, se hacía el medio payaso y hasta exageraba un poco sus chistes y chanzas.

En su casa de Roma reunía centenares de niños desamparados para educarlos y volverlos buenos cristianos. Estos muchachos hacían un ruido ensordecedor, y algunos educadores los regañaban fuertemente. Pero San Felipe les decía: "Haced todo el ruido que queráis, que a mí lo único que me interesa es que no ofendáis a Nuestro Señor. Lo importante es que no pequéis. Lo demás no me disgusta". 

La víspera se Pentecostés de 1544,  se hallaba pidiendo los dones del Espíritu Santo, cuando vio venir del cielo un globo de fuego que penetró en su boca y se dilató en su pecho. El santo se sintió poseído por un amor de Dios tan enorme, que parecía ahogarle; cayó al 

suelo, corno derribado y exclamó: "¡Basta Señor, basta! ¡Que me vas a matar de tanta alegría!". 

El día de Corpus Christi, 25 de mayo de 1595, el santo estaba desbordante de alegría, de suerte que su médico le dijo que nunca le había visto tan bien durante los últimos diez años. Pero San Felipe sabía perfectamente que había llegado su última hora. Confesó durante todo el día y recibió, como de costumbre, a los visitantes. Pero antes de retirarse, dijo: 

"A fin de cuentas, hay que morir". Hacia medianoche sufrió un ataque  agudo  y murió un instante después. Tenía entonces ochenta años y dejaba tras de sí una obra imperecedera.

San Felipe fue canonizado en 1622.

El cuerpo incorrupto de San Felipe está en la iglesia de Santa María en Vallicella, bajo un hermoso mosaico de su visión de la Virgen María de 1594.


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